Hay un dicho popular que dice: "No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista". Cuando pasamos por una pérdida que duele mucho, llega el momento de la desesperación y nos preguntamos: ¿Hasta cuándo estaré en esta intensidad emocional de duelo agudo?
La mente repasa obsesivamente el pasado. Los sentimientos son: ansiedad de separación, soledad y angustia. Sentimos dolor al evocar recuerdos bonitos que no volverán. La mente no puede entender las razones del corazón porque el sufrimiento nubla el entendimiento.Los síntomas de pérdida la atravesamos por el cuerpo físico con náuseas, palpitaciones, opresión en la garganta y el pecho, nudo en el estómago, dolores de cabeza, insomnio y fatiga. Las emociones reprimidas, que no manejamos con inteligencia emocional, se van convirtiendo en enfermedades psicosomáticas, a lo largo de la vida.
La pérdida se nota también en nuestras conductas observables: continuos cambios de humor, incoherencia al hablar, irritabilidad y tristeza, que no podemos ocultar a los demás. ¿Hasta cuándo?
Cada persona comenzará a dejar ir esta etapa, de acuerdo a su personalidad única y su carácter. Diferentes factores contribuyen tales como: crianza, autoestima alta, inteligencia emocional y espiritual que se desarrolle durante el proceso, capacidad de tomar decisiones y apoyo de personas positivas cercanas que respalden un cambio.
Nuestros apegos, dependencias, necesidades de afecto de siempre, expectativas irreales, falta de auto amor y conciencia inmadura de víctima las que nos mantienen en el dolor.
Para cambiar a una conciencia de superación hay que aprender a reconocer la diferencia entre justificar y validar sentimientos. Justificar sentimientos es usar nuestra razón para darle validez a nuestra infelicidad presente. Buscamos en el pasado la explicación a nuestras desdichas. Cada vez que vamos al cuento, nuestra mente y nuestras emociones encontrarán las "razones" para seguir con el coraje, la desilusión y el dolor, grabados en la conciencia de pérdida.
Validar sentimientos significa que estamos bien conscientes del dolor que todavía sentimos. Los validamos con aceptación para no ir más al pasado; ese ir y venir a la pérdida, agota y desanima.
Necesitamos desarrollar unas frases que nos recuerden que ya no queremos sufrir por lo mismo: "Se acabó". Tener la creencia que sí podemos superar con auto estima cualquier situación. El poder radica en alinear mente, cuerpo y espíritu.
No hay dolor que no traiga una bendición; búscala en tu vida en el momento presente. ¿Te conoces más; tienes hoy más fortaleza; estás más consciente de tus necesidades de afectos; has encontrado tu propósito de vida en ayudar a otros a superarse? Recuerda nuestra herencia humana-divina es el amor y no el dolor.
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