Muchas veces nos acostumbramos a un sentimiento que nos destruye día a día.
Pensamos que si odiamos a alguien, este se retractará y nos pedirá perdón, pero no es así.
Generalmente creemos que odiando, maldiciendo o ignorando al otro por lo que nos hizo, sanaremos.
Sanar implica atravesar el dolor, ir profundo, reconocerlo y pasarlo.
Al otro no le va a servir nada lo que tú hagas para dañarlo. Eso simplemente se regresará a ti en forma de enfermedad, dolor y desesperación.
Perdona y perdónate esa es la fórmula mágica para trascender nuestros dolores más profundos.
Cuéntame ¿Cómo te va?.
Te leo.